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El asunto del cinco

Las novedades previstas por el Ministerio de Educación para cambiar la LOMCE y permitir que los alumnos superen la ESO con suspensos dividen a la comunidad educativa

 

 

Texto y Fotos: Redacción/LC.

 

El Ministerio de Educación ha establecido que los alumnos pueden aprobar desde ahora la Educación Secundaria (ESO) con dos suspensos -sin ser simultáneamente Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas- y, por tanto, con una nota que no llegue al cinco. Con esta medida el ministerio vuelve a modificar la llamada Ley Wert (en referencia al ex ministro responsable de la Educación en España). Tras suspender las llamadas reválidas a finales del pasado año, ahora plantea un proyecto de Real Decreto que permite aprobar la ESO con hasta dos asignaturas pendientes. No obstante, en el título se incluirá la expresión "cumple los requisitos de titulación" junto a la calificación final obtenida. “Un análisis sosegado y profundo de las modificaciones en la ley de Educación y sobre todo de los términos que se utilizan para hablar de la educación, nos hace ver que no se contempla la educación como una herramienta que ayuda a la formación personal de los alumnos, sino como una simple etapa del proceso de moldeado de recursos para que terminen entrando en el sistema productivo y contribuyan a su funcionamiento”, sostiene Yeray Méndez, profesor y director de la Academia de Estudios Geminis de Arrecife.

 

Crítico con la medida, Méndez va más allá y cuestiona las herramientas que se proporciona a los jóvenes para salir adelante. “La adopción por parte del Gobierno de medidas como la de superar la ESO con una nota media inferior a cinco, aceptando que el alumno pueda suspender dos o incluso tres asignaturas (que no sean simultáneamente Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas), manda un mensaje subliminal al alumno, pudiéndoles confundir al interpretar que no es necesario esforzarse para poder superar un reto (llámese asignatura), sino que sirve dejarla aparcada, librarse de ese esfuerzo y obtener el resultado buscado, superar la secundaria”, apunta en base su trayectoria como docente. Pero no solo se valora la situación del alumno, los cambios podrían afectar también al propio sistema. "Con estas propuestas no solo se perjudica al sistema educativo en general sino a la propia enseñanza pública, que es precisamente la más perjudicada por este modelo”, apunta por su parte María José Barreto, profesora de matemáticas en lista de espera.

 

Esfuerzo y recompensa

 

Las reformas previstas tienen revolucionada a la comunidad educativa. A la vez que se alzan voces en contra de que los alumnos se gradúen sin haber llegado al aprobado, por la imagen que da de falta de exigencia, otros que están a favor de una situación que ya se permitía en la LOE y que es aceptada también con la nueva Selectividad: los estudiantes pueden ir a la universidad con un cuatro. “La educación debe consistir en una etapa donde adquirir una serie de principios y valores que trasciendan mas allá de las notas y las calificaciones”, valora Méndez, director de Geminis. El modelo español es muy rígido porque es un modelo de todo o nada. Es un modelo en el que o uno aprueba todas o casi todas las asignaturas, que es la solución de la LOE al horror del fracaso escolar, o se queda sin nada, sin título de enseñanza obligatoria. "La enseñanza podemos dividirla en dos partes: los que están dentro y los que están fuera. Lo ideal sería una solución que plantee un modelo donde no sea todo o nada sino donde existan puentes que los chicos puedan ir atravesando para llegar a la meta final”, propone Barreto. Según los datos nacionales, un 22% de los estudiantes que se han sacado el título de la ESO lo ha hecho con una, dos y tres asignaturas suspendidas. Aunque este hecho queda marcado en el expediente se sostiene que no repercute a la hora de hacer el bachillerato o para entrar en el mercado laboral. “Yo no estoy tan segura. El mercado laboral es duro y todavía hoy las buenas calificaciones priman como aval de buenas capacidades y de eficiencia”, aclara. La propuesta del PP implicaría también analizar la función docente. De hecho, es uno de los argumentos que expresan los críticos.

 

Y es que con estos cambios entienden que también ve cuestionada la labor docente ya que habrá alumnos que en una materia "no quieran hacer nada, pues no necesitan aprobar todo para titular ni sacar un cinco de media". En la práctica el proyecto supone dejar las cosas casi como estaban antes de la ley Wert. Con la anterior ley, la LOE, ya se podía titular con dos suspensos e incluso con tres. Es decir, que casi cuatro años después de los aplausos que secundaron en la Cámara legislativa la aprobación de LOMCE, ahora ya se ha empezado a dar marcha atrás. El primer recorte de la Ley Wert llegó con la supresión de las polémicas reválidas para acceder a Secundaria y Bachillerato y dándoles carácter muestra, al no tener que hacerla todos los alumnos ni todos lo centros. Ahora se recula en la exigencia de un aprobado completo. Y se da la razón a quienes se movilizaron pidiendo consenso en la reforma educativa.

 

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